Un visitante alpino en las cumbres mediterráneas

Existen innumerables razones para disfrutar de la naturaleza y recorrer nuestra geografía conociendo y sorprendiéndonos con cada uno de sus rincones. Por enumerar algunas de ellas, podemos hablar de hacer ejercicio, mejorar nuestra salud física y mental, reducir el estrés laboral, mejorar la educación de nuestros pequeños, vivir la emoción de ver un paisaje, un atardecer o amanecer, conocer nuestra amplia diversidad cultural y patrimonial… Seguro que se os ocurren muchas más. Hoy añadiré una más: os invito a recorrer los espacios naturales de Alicante, Valencia y Castellón a través de las aves, conociendo cuándo y dónde podemos observarlas, curiosidades de su biología y sus amenazas. Conocerlas mejor nos ayuda a conocer mejor nuestro entorno, nuestros bosques, playas, matorrales, montañas y ríos, y los procesos que los modulan.

El 11 de diciembre se celebró el Día Internacional de las Montaña, con el que las Naciones Unidas han puesto en relevancia los servicios relacionados con el turismo, como el patrimonio cultural o senderos naturales, que permiten a los visitantes descubrir su biodiversidad única. Y precisamente son los senderistas que visitan los picos de las sierras litorales e interiores quienes mejor conocen una de las aves que nos visita todos los inviernos, el acentor alpino (Prunella collaris).

Esta pequeña ave se reproduce en las zonas alpinas y subalpinas de las principales cordilleras del sur de Europa. En España tiene sus principales núcleos de reproducción en Pirineos y Picos de Europa, aunque también cría en algunos lugares de la Cordillera Cantábrica, el Sistema Central, el Sistema Ibérico y Sierra Nevada. Durante la época de cría, en ocasiones se da la situación que la reproducción tiene lugar “en grupo”, reproduciéndose un grupo de machos con un grupo de hembras, un proceso conocido como poliginandria.

Con la llegada del invierno, y ante un ambiente hostil para la búsqueda de los invertebrados de los que se alimenta, los acentores alpinos realizan pequeñas migraciones altitudinales, que les llevan a bajar a cotas incluso cercanas al nivel del mar.

Un ave tremendamente fiel

El acentor alpino es un ave tremendamente fiel a las áreas de invernada: los individuos que invernaron en una cumbre, si sobreviven a la migración y a los lances con depredadores, volverán a este lugar. Además, se ha descrito que los adultos llegan unas tres semanas antes que las aves jóvenes, mientras que las hembras permanecen más tiempo en estas localidades invernales que los machos, que vuelven pronto a sus áreas de reproducción para establecer y disputarse los territorios de cría.


En nuestro caso, los acentores alpinos llegan entre finales de octubre y principio de noviembre cada año a las cumbres de las estribaciones del Sistema Ibérico a lo largo del interior de la provincia de Castellón, Espadán, Calderona, del macizo del Caroig, Serra del Martés, Hoces del Cabriel y Júcar y su entorno, así como las sierras del sur de Valencia y norte de Alicante. De momento, se desconoce desde dónde vienen. En este marco, en varias cumbres valencianas se está desarrollando un estudio para conocer mejor la conectividad de las poblaciones, mediante el anillamiento de aves que permiten reconocerlas a través de fotografías o incluso su observación de cerca (más info ).

Quizá sean las cumbres del Penyagolosa, Montdúver, Benicadell, Montcabrer, Aitana o Puigcampana donde es más frecuente encontrarse estas aves. Sin embargo, dependiendo del año y la crudeza del invierno, es posible verlos en roquedos, matorrales abiertos y pastizales de localidades de poca altitud como el Garbí, el Montgó, la Sierra del Cid, el Desert de les Palmes y Oropesa del Mar, acercándose con confianza a los observadores a la espera de que a su paso hagan saltar algún insecto, o que caigan migajas del merecido almuerzo tras llegar a la cumbre. Un comportamiento que le ha dado su nombre en valenciano, cercavores o bardisser.

Beneficios del excursinista

Lejos de suponer una amenaza, la presencia de excursionistas puede tener efectos beneficiosos para la especie, ya los acentores alpinos suelen aprovechar los restos de alimentos que se dejan en las cumbres, lo que le permite soportar mejor el periodo invernal.

Buscar acentores alpinos y disfrutar con una observación tranquila de su cercanía y búsqueda de alimento es un aliciente más para visitar nuestras cumbres durante el invierno. Aunque siempre manteniendo el respeto por éstas. Al fin y al cabo, si se sienten amenazadas, con un rápido batir de alas, pueden desaparecer refugiándose bajo un cortado.


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