La Sequía

Ante las alarmantes noticias apocalípticas con las que nos bombardean los medios este verano, la sequía es sin duda una de las más preocupantes. El nivel medio de los embalses en España hoy llega a mínimos históricos: el 35.94% de su capacidad, 20 puntos por debajo que la media de 10 años. Pero no en todo el país la situación es tan crítica. La peor situación se la llevan las cuencas del Guadalquivir y Guadiana. Para entender mejor las causas, consecuencias y futuro de la sequía hablamos con José Ramón Jiménez, Hidrogeólogo de Diputación de Castelló, uno de los científicos que ha trabajado en el Plan Director del Agua de Castelló.

Parece que estas últimas lluvias de finales de agosto nos han dado un respiro en un verano que se está haciendo de lo más sofocante, física y mentalmente. El bombardeo diario de noticias apocalípticas en los mass media ha sido terrible. Apenas salimos del confinamiento por la pandemia de la COVID, llegó la guerra de Ucranía, la crisis energética, la viruela del mono, olas de calor sin precedentes, la mayor sequía en décadas y la devastación de los megaincendios que han asolado toda la península ibérica y parte de Europa. Todas estas desgracias tienen un denominador común el cambio climático. Y por encima de este, la ineficacia política y del modelo social y de desarrollo para combatirlo, más allá de las vacías declaraciones de Emergencia Climática.

Esto se ha puesto de manifiesto en las noticias de la sequía. El descubrimiento de que bajo las aguas de nuestros pantanos, gloria del desarrollo franquista, hay antiguos pueblos y restos arqueológicos ha causado una alarma nacional por la disminución de nuestras reservas de agua que han provocado restricciones puntuales en ciertas zonas, algunas de ellas como Galicia considera hasta hora parte de la España húmeda. El agua es el elemento fundamental para la vida y el desarrollo ¿Es realmente alarmante la situación? Hemos quedado para hablar de la sequía con José Ramón Jiménez, Hidrogeólogo de Diputación de Castelló, uno de los científicos que ha trabajado en el Plan Director del Agua de Castelló.

¿Qué es la sequía?

La primera pregunta resulta obvia ¿Qué es la sequía? ¿Hay sequía? La respuesta nos sorprende. “No lo se”. La respuesta no es evasiva. Es que la literatura científica contempla más de 150 definiciones de sequía diferentes. Como el propio Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico recoge en su web, “no hay una definición de sequía universalmente aceptada, pues difiere de un lugar a otro, e incluso cada usuario del agua tiene su propia concepción”. Podemos hablar de la sequía meteorológica, sequía hidrológica, sequía agrícola o hidroedáfica, sequía socioeconómica y en cada una de ellas diferenciar entre sequía, aridez, y/o escasez. A la que nuestro hidrogeólogo añade la sequía mediática, ávida de noticias impactantes y que cada verano crece con la propia sequía ¿De qué sequía hablan los medios? 

Como dice Jiménez, no se puede hablar en términos absolutos y es muy arriesgado hablar de sequía a nivel nacional porque en determinadas zonas tengamos en verano restricciones puntuales. Desde 1926 la planificación hidrológica de España se divide organismos de cuenca denominados Confederaciones Hidrográficas. Estas juegan un papel fundamental en la gestión de recursos y aprovechamientos, protección del dominio público hidráulico, concesiones de derechos de uso privativo del agua, control de calidad del agua, proyecto y ejecución de nuevas infraestructuras hidráulicas, programas de seguridad de presas, bancos de datos, etc. Un modelo de éxito que reconoce la peculiaridad geográfica y diversidad climática de la península ibérica y que lleva casi un siglo dotándonos de seguridad en el suministro de agua para consumo, industria, agricultura, turismo… y un crecimiento y desarrollo sin precedentes. En la España del siglo XX pasamos de 900.000 Ha de regadío a 3.400.000 Ha, de 200 MW de potencia hidroeléctrica instalada a 17.000 MW, de 296 Km de canalización a decenas de miles de kilómetros de canales, de 57 grandes presas a más de 1.200, de unos consumos urbanos de 10 l/hab y día a otros de 300 l/hab y día, según datos del Ministerio de Transición Ecológica. 

 Estado de los embalses por cuencas hidrográficas a 30/08/22. Fuente https://www.embalses.net

Las consecuencias del Cambio climático

Pero quizás este modelo hidrológico y de crecimiento, que se basó en la construcción de pantanos y grandes infraestructuras, no sea el más adecuado en el actual escenario de emergencia climática. “Hace muchos años que la comunidad científica internacional nos está advirtiendo de lo que se nos viene encima con el cambio climático. Están advirtiendo de escasez de lluvia, de incremento de las temperaturas, de lluvias, cuando se produzcan, muy desordenadas y que pueden generar problemas (inundaciones). .. Lo que está ocurriendo aquí no es algo sobrevenido o imprevisto, nos están advirtiendo hace muchos años. Y está pasando” argumenta Jose Ramón.   

La sequía y las olas de calor son los efectos del cambio climático que ya pronosticaba el IPPC hace una década. Ya están aquí, ya los estamos viviendo. Este año metereológico en España, también en buena parte de Europa, está siendo muy seco, a excepción de marzo y abril que llovió por encima de la media, y se predice un otoño igualmente seco, según datos de la AEMET. Esto, junto con las repetidas olas de calor sin precedentes de este verano, acarrea otros problemas ambientales añadidos como el calentamiento del mediterráneo a 30 grados, una gran evapotranspiración y la sequedad de la tierra o falta de humedad, que hace aumentar el riesgo de incendios y que estos sean más extensos y virulentos. Aunque, como se está poniendo de manifiesto en este dantesco verano de fuego, la sequía no es el principal factor que ha provocado que se hayan quemado ya casi 300000 heztáreas de bosques en España este año, sino la mala gestión en prevención, el abandono rural y poner todos los huevos en la extinción. Ahora nuestros héroes son los bomberos, como en la pandemia lo fue el personal sanitario. Ahora nos damos cuenta que tenemos que mejorar su situación laboral, sobre todo los bomberos forestales, dotarles de equipamiento adecuado y ponerles a trabajar todo el año. ¿Nos olvidaremos, como nos olvidamos del personal sanitario, de en que condiciones trabajan nuestros héroes?

El problema del regadío

Quizás, también se debería hablar de prevención y sostenibilidad en el caso de la política hidrológica. Entonces tendríamos que lidiar con la gestión y el reparto del agua disponible. Para Ecologistas en Acción, por ejemplo, “más que a la falta de lluvias, esta situación (de sequía) se debe a un exceso de consumo, generado por el regadío, cuya superficie no para de crecer. De hecho, supone actualmente entre el 85 % y el 93 % del consumo total de agua en nuestro país, dependiendo de si se contabilizan los retornos. Estos datos, además, no contemplan el regadío ilegal, que siempre se ha estimado entre un 5 % y un 10 %, pero que en algunas zonas recientemente estudiadas se ha visto que asciende hasta el 30 %. Una producción agrícola que se dedica en gran parte a la exportación”. Se gasta el agua de aquí en la producción y se consume principalmente en Europa. El disparate ha sido tal que se han extendido plantaciones de productos tropicales como el mango y el aguacate en regiones semiáridas. Estas demandas de agua del regadío van más allá de garantizar la seguridad alimentaria.

El turismo

En verano se incrementa ese consumo de agua en otras formas privativas con el turismo que incrementa la población en la mayoría de los pueblos. No es de recibo que por ejemplo en Mallorca se construyan 17 piscinas cada semana y una media de 880 piscinas cada año, según un estudio elaborado por la organización ecologista Terraferida. O que en Valencia existan una piscina por cada 21 habitantes, una cifra muy superior a la media española (una por cada 37 habitantes). Estas dos actividades en verano, turismo y agricultura, suponen que la demanda agua aumente exponencialmente y muchas veces no llegue con los recursos disponibles a satisfacer esas demandas. Como dice Jimenez, “la mala gestión del agua es una manifestación más de la falta de planificación del uso del territorio en general. Se improvisa demasiado. se deja a su suerte en manos de los intereses económicos siempre. Es el cortoplacismo”. 

El mal estado de los acuíferos

En el actual estadio de cambio climático la planificación actual quizás no sea la más adecuada. “Aquí ha habido un empecinamiento en regular las aguas superficiales en un país de la cuenca mediterránea, que sabemos que esta caracterizado por una aleatoriedad y desorden en las lluvias. Cuando sabes que aquí dependes de la nube, que toda tu política se vuelque en la construcción de embalses dependientes de la nube, me parece un poco miope como estrategia nacional hidráulica. Esto ha pasado factura en Galicia. Cuando deja de llover tienen un problema grave”. 

Se refiere a la poca regulación y cuidado con las aguas subterráneas que se aprovecha más en la España sur seca que en la norte húmeda. Pero los aprovechamientos de los acuíferos, de donde tira la agricultura cuando hay escasez en los pantanos, no está del todo controlada en España. “La mayor parte de los aprovechamientos de agua subterránea en España son clandestinos y no tiene ni autorización, ni conocimiento del órgano de cuenca. Esto es algo conocido, se sabe desde hace muchísimos años que esta picaresca funciona. Se está llegando aveces a situaciones de conflictividad, de esquilmar acuíferos y de degradar la calidad del agua. De contaminar los acuíferos en base a una mala explotación”, argumenta el hidrogeólogo de la Diputación de Castelló. El 48% de las masas de agua subterráneas se encuentran en mal estado, el 23% en mal estado cuantitativo por extracciones por encima de los recursos renovables y el 35% en mal estado químico, principalmente por contaminación difusa causada por nitratos y pesticidas, según la Guía para la evaluación del estado de las aguas superficiales y subterráneas 2021. Esta clandestinidad y mala gestión de nuestros acuíferos, sobre todo en el sur, ha llevado al lamentable estado ecológico de verdaderas joyas naturales como el Parque Nacional de Doñana por sobre explotación y del Mar Menor por la contaminación difusa del agua provocada por la agricultura.

Una nueva orientación en las políticas del agua

Y es que la planificación hidrológica en España se hacía hasta ahora para poder dar servicio a la agricultura y el regadío y a su crecimiento, siendo muy subsidiaria o inexistente la cantidad y calidad del agua destinada a los caudales ecológicos para mantener nuestro ecosistemas en estado adecuado y, por tanto, toda la rica biodiversidad que atesora España. Y aquí es donde nos damos cuenta de la ineficacia de nuestros políticos en general y del sistema socio económico en el que nos movemos. El Gobierno Andaluz ha propuesto modificar el estatus de todos, o la mayoría, de pozos ilegales de Andalucía y hacerlos legales. En palabras de nuestro entrevistado: “un juego de trileros”. Políticas cobardes que cambian salud ambiental,  bienestar y seguridad hídrica para la población por votos en las urnas. 

Si que es verdad que en los últimos años esta escasez de agua prolongada ha puesto las pilas a los políticos en toda Europa y han creado leyes y directivas que intentan proteger el ciclo integral del agua y tienen en cuenta la conservación de nuestros ecosistemas como los ríos y las zonas húmedas, las más perjudicadas por la escasez y calidad de agua. Desde el año 2000, la Directiva 2000/60/CE, Directiva Marco del Agua establece un marco comunitario en el ámbito de la política de aguas añadiendo un nuevo enfoque destinado a alcanzar el buen estado ecológico en todas las masas de agua. En este sentido, la Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética en su artículo en el artículo 19.2, aborda los retos que plantea el cambio climático en la gestión del agua y diseñan las  bases para transformar el actual sistema de gestión hacia la consecución de una serie de objetivos ambientales relacionados con la calidad del agua y la biodiversidad, y  también para asegurar la sostenibilidad del sistema y el bienestar de la sociedad. 

Estas orientaciones estratégicas han sido, por fin, aprobadas por el Consejo de Ministros con fecha 19 de julio de 2022. En el documento Orientaciones Estratégicas sobre Agua y Cambio Climático se entona el mea culpa: “En el proceso histórico seguido para hacer frente a la gran irregularidad en los recursos hídricos existente en España, no siempre se ha tenido la suficiente sensibilidad ambiental, ni la adecuada solidaridad hacia las generaciones futuras. La apuesta por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 deben hacernos reflexionar sobre las acciones que debemos acometer para, garantizando la seguridad hídrica, lograr igualmente los objetivos ambientales ligados al agua e impulsar los aspectos sociales del desarrollo sostenible, que en muy buena parte contribuyan a ofrecer soluciones para hacer frente al reto demográfico”.

Soluciones

Desde hace años sabemos, según destaca el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPPC), la región mediterránea resulta especialmente sensible a los impactos del cambio climático. Estos riesgos han sido analizados para diferentes escenarios climáticos, y todos ellos coinciden en destacar la alta probabilidad de deterioro de nuestros ecosistemas fluviales, la presumible disminución de la seguridad hídrica de las demandas y usos del agua y la intensificación de episodios de inundaciones y de sequías. 

Es decir, estamos advertidos de la escasez de agua y este verano nos ha avisado de que el riesgo y la incertidumbre es real ¿Es posible incrementar el estrés hídrico con el actual modelo de crecimiento? ¿De dónde vamos ha sacar el agua que nos falta en el escenario del cambio climático? Para empezar podíamos pasar de lo programático de la estrategia del agua a la praxis y hacer realidad lo que está escrito negro sobre blanco: hay que dotar al sistema de gestión de agua de la resiliencia adecuada: gestión de la demanda, utilización eficiente del recurso, integración de los recursos no convencionales: reutilización y desalación, recuperación ambiental de las masas de agua. Esto sólo se podrá lograr si se planifican los usos del suelo y su adaptación al cambio climático. Esto pasa por la recuperación ambiental de las masas de agua subterránea sobreexplotadas y afectadas por la contaminación difusa. 

José Ramón Jiménez, apunta a que quizás debamos superar la dicotomía entre la España seca y la España húmeda, por la de la España costera y la de interior: “Yo recuerdo a Cristina Narbona cuando era ministra de Medio Ambiente, cuando ya se produjo un episodio de sequía importante, con los pantanos de Galicia secos, etc,  que dijo que en un futuro no muy lejano la dicotomía entre la España húmeda y la España seca iba a cambiar de paradigma y se iba a hablar de la España costera frente a la España de interior. ¿Estaba ya haciendo un guiño a los posibles escenarios del cambio climático? No lo se, pero yo me he quedado con ese mensaje”.

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