La trastienda del consumo, el mundo mismo
Del consumo depende el funcionamiento de la economía global. Héctor Conesa es un arquitecto y artista plástico que lleva años trabajando en el “consumo consciente”. Un concepto basado en pequeñas decisiones a la hora de elegir la ropa, la comida o la vivienda que compramos, que pueden ayudar a cambiar la relación del mundo con el medio ambiente. Héctor transmite sus reflexiones y descubrimientos sobre el tema en este artículo.
Día a día vemos en los noticiarios multitud de dramas pero curiosamente los dramas que menos se visibilizan son aquellos que de alguna manera tienen una relación directa con la globalización y por ende cono nosotros mismos, los consumidores, los patrocinadores de esa globalización.
Rara es la vez que las horas de máxima audiencia se toman la molestia de explicarnos los vínculos y relaciones entre mucho de lo que ocurre y sobretodo la trastienda de nuestro bienestar.
Nunca antes en la historia de la humanidad las clases medias y altas de los países del norte y de un exclusivo segmento del sur habían disfrutado de un bienestar material tan completo. El privilegio de ver asomar el agua por el grifo de casa, tener toda la energía que queramos para hacer funcionar nuestra comodidad, así como el acceso a alimentos de todo tipo, ropajes y demás complementos de la vida moderna.
¿Pero alguien se paró a pensar de donde viene todo eso? Y más aún ¿Qué relación existe entre este inédito e histórico bienestar con el mundo global?
Todo está relacionado. Hablar de globalización es hablar de interdependencia, de escala planetaria, de algún modo de la gran comunidad de la humanidad y del resto de compañeros vivos que la acompañan y acaban sufriendo o gozando de las decisiones de los primeros.
Me encontré a mí
Esa interrelación fue la que me llevó hace dieciséis años a emprender una aventura. Ante las primeras noticias, a través de , de la perentoria situación de muchos pueblos indígenas del mundo, algo se movió dentro de mí con fuerza. Grandes compañías energéticas, madereras, agroindustriales, mineras, petroleras y ganaderas estaban y están acaparando multitud de tierras en el hemisferio sur, con la expulsión, alienación sistemática o algo peor, el asesinato, de pueblos con modos de vivir diferentes a nuestra civilización. Fue entonces cuando empecé a interrogarme. ¿Cuáles serían los intereses de estas mega-empresas para asolar de tal manera la vida? Siguiendo el rastro, recorrí territorios, océanos, carreteras. Y adivinad a quién encontré en el otro extremo de esa gran globalización. Me encontré a mí. Conduciendo un coche alimentado por aquel petróleo, vistiendo ropa confeccionada con esclavitud, comiendo carne nutrida de aquella soja plantada por extensiones.
Tomar consciencia de esta realidad tentaba a vivirlo con culpa. Sin embargo, muy al contrario lo viví con responsabilidad. Y tras la responsabilidad, poder. Porque una vez que tomé consciencia de aquello que alimentaba mis monedas, mi dinero dirigido, mis elecciones en la compra, busqué alternativas. Y la gran noticia, ramificada en muchas, llegó. Conocí y multitud de ONGs que estaban trabajando por la justicia social, animal y medioambiental. Ese fue el comienzo de una investigación que no ha terminado hasta hoy. Actualmente tenemos ya un umbral crítico de nuevas alternativas de economía para poder optar. Optar por una nueva economía, más limpia, más solidaria. ¿Y el interruptor? Nuestro consumo. Ese que está financiando cada día de la semana el gran y complejo aparato del mundo.
Todo lo que nos rodea es medioambiente
Observemos como prácticamente todo lo que nos rodea está elaborado por empresas. Edificios, coches, ropa, baratijas, tecnología… Y observad como la rutina de millones de trabajadores, animales y elementos vivos y naturales se ve entremezclada e influida por la manera de fabricar y funcionar todas esas cosas. Resulta que el medioambiente no es un lugar especial fuera de nuestra ciudad sino que todo lo que nos rodea es medioambiente, porque surgió de la misma naturaleza, se hilvanó con energía procedente de la naturaleza, se manufacturó por seres humanos, se nutrió de la vida en tantas ocasiones. Todo nuestro mundo artificial o antrópico es deudor del medioambiente global. Es medioambiente.
¿Cómo escogemos relacionarnos entonces con él? Tras cada cosa que compramos y usamos hay una historia. Una historia que sumada a muchas otras es el mundo mismo.
¿Qué mundo queremos? ¿Qué medioambiente queremos?
Actualmente existen multitud de iniciativas activistas que buscan cuidar el mundo y sus habitantes. Pero de todas ellas, yo decidí hacer como proyecto de vida una de ellas. El Consumo Consciente. Ese tipo de acción que practicamos en cada momento de nuestras vidas. Si nos dan la información suficiente, opciones a nuestro alcance y la filosofía correspondiente, podemos convertirnos en ciudadanos activos y proactivos, en consumidores conscientes, en pequeños héroes diarios, invisibles pero apasionados por cambiar el mundo.
A partir de ahora cuando vayamos a comprar o necesitemos satisfacer una necesidad preguntémonos primero si necesito eso, luego de que manera podría satisfacer mi necesidad (con un objeto material o con relaciones más plenas), después si existen maneras de compartir o intercambiar y finalmente, si necesitamos comprarlo, investigar en qué condiciones se fabricó, por quién, donde, que impacto tuvo en el medioambiente o en los animales. A poco que oteemos un poco en internet o en muchos de los eventos ecosociales que se hacen en muchas ciudades descubriremos que un abanico impresionante de posibilidades se nos abre. Un abanico de alternativas más sociales, más ecológicas, que respetan a los animales, que se preocupan por nuestra salud de verdad.
Agricultura ecológica, dietas próximas al vegetarianismo, comercio justo, salud integral, banca ética, vivir en pisos eco-reformados, gestión sostenible de la energía y agua en casa, aprovechamiento desde el reciclaje, nuevos eco-productos de la industria, segunda mano, consumo colaborativo, pequeño comercio, energías renovables, autocontención, relaciones más plenas y menos materialistas, cooperativas, ropa tejida en condiciones justas, escuelas libres, ecotecnias, la bicicleta y el transporte público, la cooperación internacional…
Seguramente el dibujo más grande sobre medio ambiente
Todo eso fue lo que terminé de dibujar hacer nueve años en un gran mural. Seguramente el más grande jamás dibujado sobre ecología, solidaridad, salud y economía. Un mental maping, rich picture o escenario en tinte de cómic donde tuve el atrevimiento de enlazar lo más representativo de la economía y su impacto en el medio ambiente. Y hacerlo desde una óptica. La de los consumidores del mundo. Este gran dibujo que fue paseado por diferentes ferias en mi ciudad de Valencia y espacios donde impartía charlas, fue sólo el comienzo de una gran colección de dibujos y vídeos que hoy se pueden disfrutar gratuitamente desde mi blog y desde mi canal youtube
Llevó más de quince años practicando el Consumo Consciente. Es posible. Es apasionante. El corazón se te hincha cuando imaginas con Amor todo lo bueno que pueden alimentar tus decisiones diarias, cuando tu mirada se ensancha y quiere llegar a todo el planeta. Te sientes partícipe en un gran proyecto y aventura porque hoy en día somos ya muchos los que vivimos con estilos de vida sencillos, saludables y sociales y nos tomamos con seriedad eso del consumo, que lejos de ser algo lúdico, para muchos es algo realmente sagrado.
Una vez en una de mis conferencias una persona del público me dijo: Héctor, cuando hablas de proteger a la Pachamama, cuidar de los animales, velar por los derechos humanos, tú realmente de lo que estás hablando es de Amor. Yo, por primera vez, me tuve que quitar los escrúpulos sociales y confirmarle que así era. Parece que cuando hablamos de consciencia, mencionar la palabra Amor es atrevido, ñoño, empalagoso, propio de sacerdotes y poetas. Pero sinceramente, cuando te planteas cambiar el mundo, ¿Qué emoción si no está detrás?
En una de las clases del que actualmente curso en la Universidad Politécnica de Valencia uno de los profesores hablaba de las capas de una cebolla. De cómo el ejercicio de la ética empezaba con nuestra familia, compañeros, amigos y vecindario, para seguir ampliándose a todos los seres humanos y más tarde a los animales y paisajes. De eso trata el Consumo Consciente, de ejercer comportamientos con capacidad de influir a seres que se encuentran lejos de nuestro radio inmediato de acción. Es el “Piensa global, Actúa local”.
A partir de ahora, la próxima vez que pensemos en ecología, en naturaleza, en medioambiente, sabremos que nuestra relación con todo ello no queda meramente circunscrita a un paseo respetuoso por el campo, la montaña o la playa sino que desde nuestras ciudades, desde nuestra casa, desde nuestra manera de desplazarnos, estamos constantemente dialogando e interactuando con ese medioambiente, con el mundo entero.
¿Queréis interruptores, mandos, botones para encender el cambio?
Podéis empezar ya. Consumiendo de otra manera.
“Tras tu consumo… se encuentra el mundo”.
Héctor Luis Conesa Hernández
Arquitecto, artista y divulgador medioambiental