La Luz del reciclaje.

La alegría y la celebración de la Navidad que nos envuelve a todos en estas fechas tiene una “cara B”. En el actual modelo de sociedad global, confundimos “celebrar” con “consumir”. Pero también son fechas de cambio de año, de reflexión y de deseos. Quizás sea necesario refleionar sobre las consecuencias derivadas de un consumo excesivo y su relación directa con un aumento de la demanda energética y de materias primas, así como del incremento del volumen de residuos generados.

Hay dos momentos únicos en el año que marcan la vida colectiva de las personas de una forma especial: los solsticios de verano y de invierno. Más allá de los matices religiosos o culturales, los humanos hemos observado la danza de proximidad y lejanía entre la Tierra y el Sol desde que existimos como especie, creando una infinidad de rituales para venerar la relación cíclica anual entre el Astro que nos calienta y el Planeta que nos acoge.

A nuestro contexto sociocultural, la celebración del solsticio de invierno se corresponde con el periodo navideño, tradicionalmente vinculado a compartir momentos, comidas y regalos especiales en compañía de nuestros seres queridos. Como bien sabemos, algunas costumbres perduran y otras cambian, a la vez que se incorporan nuevas.

Al actual modelo de sociedad global, la Navidad se presenta como un fenómeno ecléctico, al cual conviven las tradiciones transmitidas de generación en generación con las nuevas formas de "celebrar" o mejor dicho, de consumir. La llegada del mes de diciembre se nos anuncia al ritmo de pegajosas sintonías publicitarias que nos recuerdan que se abre la veda a la "temporada alta de las compras", invitándonos a adquirir todo tipo de productos, sean estos necesarios o no.

El foco del problema no se encuentra en el hecho de intercambiar detalles, un incuestionable gesto de aprecio hacia las personas que nos importan, sino a las consecuencias derivadas de un consumo excesivo y su relación directa con un aumento de la demanda energética y de materias primas, así como del incremento del volumen de residuos generados. La cara alegre de Navidad, endulzada con pastelillos de boniato al rescoldo del hogar, enmascara una nueva y poco amable "cara B", a la que también hará falta que prestamos atención si todavía queremos disfrutar de muchos solsticios en vida. Nos referimos a la gestión de la basura que producimos cada día y sus consecuencias sobre el equilibrio ambiental y el bienestar de las personas.

Las cifras de desechos generados aumentan en un 75% en el periodo de Navidad.

Hagamos los cálculos! A lo largo de un año, se generan 1,4 billones de toneladas de Residuos Sólidos Urbanos en todo el mundo, una media de 1,2 kg por persona en el día. En el estado Español, se superan las 22 toneladas de residuos municipales anualmente. Solo el 23% de la basura que producimos, llega correctamente clasificado a los contenedores, permitiendo así su proceso de reciclado. Una cifra demasiada alejada del 50% que marca la Ley Estatal. Esta desmesurada producción de desechos provoca la contaminación del suelo y del aire, agota los recursos disponibles, pone en riesgo la salud humana y acelera los efectos del Cambio Climático.

Qué podemos hacer frente a "La Gran Crisis Mundial de la Basura"?

La aplicación de soluciones es urgente y requiere un enfoque bidireccional. Por un lado, un firme compromiso institucional, orientado a la correcta gestión y procesamiento de los residuos. De la otra, hay que hacer un llamamiento a la participación activa por parte de una ciudadanía consciente y responsable, dispuesta a reducir, reutilizar y reciclar en origen.

La educación ambiental, promovida desde el ámbito público y dirigida a la sociedad, es, a estas alturas, la única clave capaz de abrir la cerradura de convergencia entre estas dos vías. Nos fijamos a un ejemplo concreto: la campaña impulsada por el área de Sostenibilidad de la Diputación de Castelló, gracias a la cual muchas las poblaciones de menos de 5000 habitantes del territorio provincial han participado en un proyecto dedicado a transformar los plásticos en obras de arte efímero navideño.


La Luz del Reciclaje

Centenares de botellas vacías y un puñado de ropa usada pueden convertirse en espumillones para embellecer las calles si buena parte del vecindario trabaja de lo lindo con un objetivo común: reutilizar materiales de desecho, otorgándoles una nueva vida.

Así ha quedado demostrado en Les Useres, localidad de la comarca de l'Alcalatén que este año puede presumir de celebrar la Navidad bajo una iluminación sostenible. La decoración instalada en la calle principal del municipio, es el resultado de un trabajo coral, llevada a cabo por las educadoras ambientales de la Diputación, la educadora y las usuarias del SEPAP y los miembros de la Asociación Cultural el Colmillo.

"La luz del Reciclaje" decorará el espacio público de la villa durante las fiestas, a pesar de que más allá del aspecto tangible, este proyecto también atesora un enorme valor inmaterial: los saberes de las personas grandes rurales, auténticas maestras de la ecología doméstica y la economía circular. Muchas gracias a todas para compartir con nosotros vuestra sabiduría.

El equipo de Samarucdigital os desea un feliz solsticio de invierno y una feliz Navidad. Seguís la estrella de la Luz del Reciclaje!


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