La quema de la paja del arroz, realidad y leyenda

Este año la paja del arroz de la Albufera quemará, aunque en un infierno controlado. Pronto comenzaremos a ver columnas de humo alrededor del lago. Será una quema controlada, y siempre por motivos fitopatológicos y fitosanitarios. Una decisión tomada por la Generalitat de acuerdo con los representantes agrarios y la oposición de los ecologistas.

Directivos y expertos de la conselleria del ramo, más de diez representantes de Consejos Agrarios de localidades con campos de arroz, y portavoces de la Unió de Llauradors i Ramaders, de la Asociación Valenciana de Agricultores, y de Cooperativas Agroalimentarias se han puesto de acuerdo para tomar la decisión. No estuvieron presentes las organizaciones ecologistas.

Se acordó en la reunión que "las organizaciones y consejos agrarios presentarán propuestas con las localizaciones y calendario previsto de cremas, y la autoridad ambiental supervisará y establecerá las condiciones en que aquellas se podrán llevar a cabo, a fin de minimizar el impacto y las molestias que producen en la población circundante ". Desde el primero de octubre, un equipo técnico interdepartamental trabaja para “establecer medidas alternativas e incentivadas que permiten reducir esta práctica tradicional en las próximas campañas hasta hacerla prescindible ".

De momento, y cuando escribimos esta crónica, 3 de octubre, el equipo interdepartamental y los diferentes consejos agrarios, en los que se ha dejado la responsabilidad de programar las cremas continúan trabajando. Esto es así porque la Conselleria, como es natural, ha querido desembarazarse de una cuestión espinosa y se limita a autorizar este año una crema generalizada, que es lo que han pedido con fuerza los arroceros durante todo el verano.

Acción Ecologista denuncia falta de información

Por su parte, Acció Ecologista Agró, la organización más firme en esta polémica ha denunciado falta de información. Exige a la Conselleria "los estudios técnicos que justifican la conveniencia de la quema de la paja del arroz como mejor medida de gestiónen todo el parque natural. Hasta el momento, y a pesar de ser miembros de la Comisión de Agricultura de la Junta Rectora de la Albufera, la Conselleria no ha facilitado ninguna documentación sobre la decisión de promover otro año esta práctica agrícola, que afecta negativamente a la salud de los habitantes de los municipios del parque natural y supone una contribución más al cambio climático. "

Además, han pedido el estudio realizado por los técnicos sobre la materia orgánica de los arrozales que ha dado lugar a la autorización de las cremas de este año, quieren saber si hay alguna medida destinada al seguimiento agronómico de las quemas, tanto en lo que respecta a la materia orgánica como las plagas.

Una vez más ha brotado el conflicto. Si bien después de un ajuste de las posturas, que permite ver alguna luz en el horizonte. Ni Acció Ecologista niega la necesidad de determinadas quemas, ni los agricultores se cierran en banda a negociar medidas alternativas. Lo explican en el vídeo que acompaña este texto Lucía Moreno, representante de Acció Ecologista Agró y de Enrique Bellido, representante del sector arrocero en la Unión de Agricultores y Ganaderos del País Valencià.

Leyendas y malentendidos

Una leyenda de misterioso origen atribuye a la Unión Europea la prohibición de la quema de la paja del arroz en la Albufera de Valencia, debido a las protestas y polémicas que se levantaron en los primeros años del nuevo siglo entre ciudadanos y ecologistas. En realidad la prohibición existe, pero la facultad de ejecutarla posee el gobierno valenciano, gestionador en nuestro territorio de la mayor parte de la Política Agraria Común. En 2009, la Conselleria de Agricultura prohibió las cremas, y se reservó señalar las excepciones. Para los agricultores, el fuego, elemento purificador, es inevitable. La quema de la paja de arroz, aseguran los ecologistas, no es una necesidad indiscutible y sin alternativas.

La paja del arroz siempre se ha quemado en la Albufera de Valencia. Pero antes de la mecanización en el cultivo de esta gramínea, hacia los años 70, las quemas se hacían de una manera muy diferente a las que han causado una contaminación masiva que se trata de evitar.

Hasta la década de los setenta todo el trabajo en el campo, desde la preparación del terreno a la recolección, se realizaba a base de brazos y con tracción animal. Sólo el trillado se hacía en las eras por medios mecánicos que hoy día son obsoletos. Al segar manualmente, buena parte de la paja producida salía del campo formando gavillas junto con las espigas, en dirección a la era de trillar. En el arrozal quedaban, además del rastrojo, los pequeños montones (gavillas) de paja que se cortaban. Estas gavillas, además de la paja resultante del trillado, eran aprovechadas para su uso en ganadería, en las huertas, como combustible, para fabricación de ciertos tipos de papel, etc.

Es decir, el subproducto se le daban múltiples usos que le conferían suficiente valor como para que su tráfico resultara rentable. La mayor parte de la biomasa generada salía de la parcela, y la que quedaba se acumulaba en pequeños montones aquí y allá que al quemar en pequeñas piras no tenían un efecto medioambiental significativo.

Hoy las quemas se hacen, una vez seco o seco a medias el terreno, pegando fuego a todos los rastrojos y paja acumulada, porque toda la biomasa se que en el campo.

 

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