El enebro marino, entre la vida y la muerte
Las poblaciones salvajes de Enebro Marino iniciaron la regresión en paralelo a la infestació urbanística del litoral. En la actualidad, sólo resiste un grupo disperso en las Dunas Fósiles del Parque Natural de la Serra Gelada y un pequeño bosque plantado en los años 80 en el Racó de l’Olla. En el 2.008, los Viveros Municipales del Saler pusieron en marcha el proyecto europeo Life Enebro con el objetivo de crear el mayor bosque de enebros marinos del Mediterráneo. Cuando la varita mágica de la conservación funcionaba, las plagas, la contaminación y el cambio climático se han aliado para frenar en seco la recuperación de la especie protegida.
El viento de noreste es el Caballo de Troya que facilita el acceso masivo de surfactantes en el ecosistema dunar de La Devesa. Los tensioactius son sustancias sintéticas, usadas principalmente en la composición de detergentes, los lavaplatos o, incluso, champús. Actúan en superficie y deshacen la grasa. Los descubrieron a principios del siglo XX y han sustituido al jabón natural. Pero, ¿qué ocurre cuando los tensioactius llegan a las dunas del Saleo y atacan la vegetación? Destruyen la cera natural de las plantas y las deshidratan.
Las sustancias químicas emulsionan en el agua urbana de Valencia y superan los filtros de la depuradora de Pinedo. En la mar, sólo deben esperar a que el viento del este los transporte a tierra firme. El enebro maríno, especie protegida, es su víctima. Una década después de la reintroducción, el millar de ejemplares reintroducidos en las dunas muestran una fisonomía bipolar. La vertiente litoral está seca, mientras que la cara interior conserva el verde pálido característico de la especie. El conjunto de enebros no está muerto, pero sí debilitado.
En perro flaco todo son pulgas
La agresión química se suma a los problemas sufridos por los enebros marinos durante los últimos años. Cerca de Valencia, localizamos el bosquecito del Racó de l’Olla, con 175 ejemplares marcados con GPS. El origen está en los trabajos de reinversión del antiguo Hipódromo al estado natural de los años 70. Ahora funciona como banco de semillas para el Vivero Municipal de la Devesa.
Pero las semillas tienen que germinar. Encontar el método óptimo supuso años de investigación.
La especie es dioica, es decir, tiene género masculino y femenino. Para garantizar la fecundación, cada pie hembra debe estar rodeada de cinco árboles machos. La semilla tarda dos años en madurar y se cosecha cuando está de color marrón.
Hay que romper el estado de latencia trirurando la dura corteza externa y mantenerla en la cámara de germinación hasta la aparición de los plantones.
Encontrada la llave para acceder al material genético, la producción de planta en invernadero se multiplicó con rapidez. En poco tiempo, se dispuso del millar largo de ejemplares necesarios para la replantación de las dunas del Saler siguiendo un protocolo específico. Cerca de la mar, pero no en primera línea, manteniendo la proporción de género, y favoreciendo el acodo de las ramas sobre el suelo para facilitarme el enraizamiento. Todo funcionaba cuando, de repente, se paró el proceso y las semillas dejaron de germinar. ¿Por qué?
Relaciones peligrosas
Primero, los técnicos detectaron la invasión de un hongo, después, la plaga de el Semanothus Laurassii, un insecto asociado a los cipreses que llegó a instalar sus galerias de cría en los enebros del Racó de l’Olla. El ciclo reproductor del Semanothus Laurasii rompía las arterias vegetales e infartaba las ramas afectadas hasta dejarlas secas. Las señales de debilidad de los árboles eran cada día más evidentes. Lógicamente, la semilla también quedaba afectada.
Flores masculinas de enebro marino
Mala cara y peor boca
Sin precedentes próximos, los pies machos iniciaron la polinización, pero las hembras estaban dormidas. Todavía no habían florecido. Si la sincronización sexual falla, el efecto sobre la especie es dramática, desde el momento de la fecundación a la madurez de la semilla han de pasar dos años
Las lluvias provocaron tormentas y olas de más de cuatro metros aen el litoral propiciando la llegada de tensioactius a la costa terrestre.
En el Vivero Municipal del Saler, en primavera todavía disponían de unos pocos ejemplares de enebro marino que han sido replantados un año más en los arenales. De momento, son los últimos individuos; a partir de ahora se abre una gran incógnita.
La recolección de semillas continuarà y los técnicos botànicos esperan recuperar la germinación de la semilla aunque si se pierde un nuevo ciclo polinizador, el enebro marino deberá ingresar en la Unidad de Cuidados intensivos y Desesperados.