Construcción, la otra contaminación del aire

El capítulo 85 de Samarucdigital repasa la historia silenciada de tóxicos como el amianto y explora la investigación de nuevos materiales más respetuosos con el medio ambiente

A La Carta À Punt Mèdia

Cuando hablamos de contaminación del aire, seguro que a muchos les viene a la cabeza los tubos de escape. Pero la contaminación atmosférica no es solo cosa del tráfico rodado. Las partículas contaminantes también se originan en la fabricación del cemento y ladrillos para los edificios. Levantar viviendas, oficinas y obras civiles es una de las actividades humanas con mayor impacto. Además de ser el responsable de la mitad de los recursos naturales empleados, el sector representa el 40% de la energía consumida y el 50% del total de los residuos generados.

El cemento da forma a buena parte de las construcciones que nos rodean. A pesar de que no nos demos cuenta, su presencia deja una enorme huella de carbono, el indicador para calcular los gases que se acumulan en la atmósfera, responsables del efecto invernadero. En concreto, es la fuente de cerca del 8% de las emisiones globales de dióxido de carbono, el CO2, bastante similar al del sector de la agricultura. O lo que es lo mismo: si la industria del cemento fuera un país, sería el tercer emisor más grande del mundo, detrás de China y Estados Unidos.


Picamos piedra en Samarucdigital para hablar de la construcción, la cual implica prestar atención a la elaboración de los materiales. De hecho, por cada metro cuadrado construido, gastamos 2,7 toneladas de materiales. Se estima que un tercio proceden de productos naturales poco elaborados, como por ejemplo arena, grava o asfalto; de minerales metálicos y no metálicos, de madera y de productos químicos, algunos de los cuales pueden ser tóxicos para la salud humana y para el medio ambiente.

El coste ambiental de las canteras

Después del agua, el cemento es la sustancia más utilizada en el planeta. Es el material que ha dado alas al desarrollo moderno. Pero tiene dos caras opuestas: nos protege de la lluvia, del frío y del barro, y a la vez entierra inmensas extensiones de tierra fértil, congestiona ríos y ahoga hábitats.

 Jorge Mateos, presidente de Acció Ecologista Agró

El espacio construido deja atrás el entorno natural. Se estima que, en 2030, más de 5.000 millones de personas vivirán en ciudades. Mientras los cascos urbanos no paran de crecer y crecer, a pocos les gustaría renunciar a vivir en casas cómodas, conducir por autopistas de calidad o tener buenos hospitales y colegios. Pero, ¿de dónde proceden los materiales que los hacen posible? ¿Y cuál es el precio de la explotación de los recursos para los ecosistemas? Hablamos de estas claves sobre el coste ambiental de la construcción con Jorge Mateos, presidente de Acció Ecologista Agró, organización que ha llevado a cabo la lucha contra la cantera de la cementera Lafarge – Holcim, en Sagunto, que no solo representa la pérdida de biodiversidad, sino también un problema por su sistema de incineración.

El hormigón, un gigante cuestionado

Además de emitir CO2 a la atmósfera, el hormigón tiene otros impactos ambientales. Consume casi una décima parte del uso de agua industrial, y contribuye al efecto denominado 'isla de calor' en las ciudades, al absorber el calor del sol y atrapar gases expulsados por los vehículos y los aparatos de aire acondicionado. Además, no hay que olvidar las repercusiones sobre la salud, empeorando los casos de silicosis y otras dolencias respiratorias.

Ante este escenario tan preocupante, investigaciones en todo el mundo trabajan para encontrar alternativas menos perjudiciales, estudiando materiales de construcción más respetuosos con el medio ambiente. Es el caso del hormigón celular que se investiga en la Universitat Politècnica de València, el hormigón más ecológico que se ha obtenido en el mundo hasta ahora.

 Jordi Payá Bernabeu, director del Grupo de Investigación en Química de los Materiales de Construcción (GIQUIMA) de la UPV.

Un grupo del Instituto de Ciencia y Tecnología del Hormigón (ICITECH) ha obtenido por primera vez a escala mundial un hormigón celular ligero y aislando en que el 85% de los materiales son desechos, como el papel de aluminio doméstico, las cenizas de corteza de arroz y los residuos de la fabricación de hierro en hornos o de la obtención de combustibles. El resultado es un material con un 22% de impronta de carbono menor que la de los actuales hormigones celulares. Es decir, reduce alrededor de un 78% las emisiones contaminantes. Abordamos la investigación de alternativas con Jordi Payá Bernabeu, director del Grupo de Investigación en Química de los Materiales de Construcción (GIQUIMA) de la UPV.

El amianto, un tóxico silenciado

En pleno siglo XXI todavía hablamos de retirar el amianto, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogó este tóxico como material cancerígeno, el stado español no aprobó la prohibición de fabricar productos con asbesto hasta 2002, dos años después de que lo hiciera la Unión Europea. Los datos hacen que todavía consideremos un problema actual esta fibra tóxica. Algunas estimaciones apuntan que el 70% del amianto instalado en España tiene más de 40 años, y que se encuentra en hasta 40.000 kilómetros de cañerías de agua potable.

No es extraño que el asbesto, también conocido como fibrocemento, continúe ocupando titulares en la prensa. Los más recientes informan de la presencia de este tóxico en piezas en la infraestructura del metro de Madrid, pero en la Comunidad Valenciana también persiste la problemática en los tejados, depósitos o conducciones de un buen número de centros escolares. Del pasado y del presente del amianto hemos hablado con Antonio García Belmar, profesor de historia de la ciencia en la Universidad de Alicante, y uno de los organizadores de la exposición ‘Tóxicos (in)visibles’, en el Museo del Palau de Cerveró de València. Con él recordamos los orígenes históricos del amianto, un elemento que creció en paralelo a las ciudades, y la toxicidad del cual se ha silenciado durante décadas.


So de la Natura 85: Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros)

Habitante tanto de las rocas de las cumbres montañosas como de las construcciones arruinadas o abandonadas, el colirrojo tizón es el protagonista del So de la Natura. “Cuando viene el frío, llegan también algunos pájaros huyendo de tierras más heladas de la Meseta y las montañas. Es el caso de la colirrojo tizón que podemos ver levantando su cola descaradamente y haciendo movimientos rápidos con el jefe por los tejados de nuestros pueblos. Tiene un tono general oscuro, ahumado, pero si os fijáis bien, cuando alza el vuelo, le veréis la cola roja, color calabaza tostada”, describe nuestro colaborador, Batiste Miguel.


Finestra del Samaruc 85: Karolina Driemel, la Ribera en bici

El paisaje al cual nos asomamos por la Finestra del Samaruc lo narra la poderosa voz de Karolina Driemel, cantante que lidera un cuarteto dedicado a dar acentos nuevos a estilos diversos, desde el jazz y la bossa nova al tango, el swing o el funk . Pero Karolina, que también es una buena aficionada de la bicicleta, no nos lleva a su tierra natal, Polonia, sino a un lugar que nos queda más cerca. Nos ponemos el casco y a pedalear hacia la comarca de la Ribera.


Biblioteca Verda 85: “Vive más y mejor”, Miquel Porta

“La principal vía de entrada de los nuevos contaminantes son los alimentos y sus envases”, sostiene Miquel Porta, catedrático de Salud Pública en la Universitat Autònoma de Barcelona e investigador del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas. Este médico y epidemiólogo es autor del título que os llevamos en la Biblioteca Verda. Hablamos de Vive más y mejor, en que aborda de manera didáctica el problema de los contaminantes de la vida cotidiana que han llegado al interior del cuerpo humano.



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