Tomates resistentes a las condiciones derivadas del cambio climático
El proyecto Harnesstom tiene por objetivo: conseguir tomates de más calidad, con más sabor y más resistentes contra virus. El proyecto reúne a 22 instituciones de siete países, entre las que se encuentran pequeñas y medianas empresas, compañías tecnológicas, empresas de cultivo, ONG, asociaciones de agricultores, así como diversas instituciones académicas
Conseguir tomates de más calidad, con más sabor y más resistentes contra nuevos virus y enfermedades emergentes. Este es el objetivo de un proyecto europeo que está liderado desde Valencia, en concreto, desde el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), centro mixto de la Universitat Politècnica de València (UPV) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Denominado Harnesstom, pretende también mejorar la resistencia de esta hortaliza frente a las nuevas condiciones derivadas del cambio climático.
El proyecto está coordinado por Antonio Granell, profesor de investigación del CSIC, y cuenta con un presupuesto de 8,07 millones de euros de los cuales 7,04 serán financiados por el Programa Marco de Investigación e Innovación de la Unión Europea (Horizonte 2020) y el resto lo cubrirán las empresas participantes y el Gobierno de Taiwán.
Harnesstom (Harnessing the value of tomato genetic resources for now and the future) se desarrollará durante los próximos cuatro años. Lo hará con la participación de instituciones de siete países, desde pequeñas y medianas empresas, compañías tecnológicas, empresas de cultivo hasta ONG, asociaciones de agricultores y diversas instituciones académicas.
“Se trata de una iniciativa de una gran importancia para un cultivo como el tomate. Primero, porque permitirá ofrecer al mercado soluciones para que este cultivo resista a algunos de los nuevos virus que le amenazan, como el virus rugoso del tomate (ToBRFV), así como a los desafíos del cambio climático. Y segundo porque el proyecto reúne a todos los agentes para que los resultados de los laboratorios se transfieran al mercado: desde nosotros, investigadores, hasta asociaciones de productores, empresas, ONG, etc. Todo con un objetivo: que el tomate que llegue a nuestra mesa sea mejor, en todos los sentidos”, destaca Antonio Granell.
Cuatro programas de mejora
El tomate es una hortaliza ampliamente cultivada y consumida, pero con una diversidad genética reducida y, por tanto, muy vulnerable a las enfermedades emergentes y al cambio climático. “Afortunadamente, el tomate es rico en recursos genéticos y se dispone de información suficiente para superar esas dificultades. Harnesstom trata de demostrar que el incremento en el uso de los recursos genéticos resulta clave para la seguridad alimentaria y conseguir un producto final de mayor calidad”, destaca Granell. De esta manera y aprovechando el gran esfuerzo realizado recientemente en varios proyectos financiados por la UE para conectar fenotipos/genotipos, Harnesstom recopilará, centralizará y normalizará esta gran cantidad de información para que, de una manera sencilla, pueda ser usada por diferentes tipos de usuarios.
Asimismo, el proyecto desarrollará cuatro programas de preproducción. El primero de ellos tratará de introducir resistencias contra las principales enfermedades emergentes. El segundo buscará la mejor adaptación del tomate al cambio climático. El tercer programa de preproducción estará destinado a la mejora de la calidad. Y el cuarto buscará aumentar la resiliencia del tomate tradicional europeo mediante el mejoramiento participativo.
Banco de germoplasma.
Por parte de la Universitat Politècnica de València, además de estar coordinado por el IBMCP (UPV-CSIC), en el proyecto participa también el Instituto Universitario de Conservación y Mejora de la Agrodiversidad Valenciana (COMAV). Este instituto de la UPV cuenta con un banco de germoplasma que contiene una de las mayores colecciones de material genético de tomate y parientes silvestres, que resultará clave para lograr variedades más resistentes a las enfermedades emergentes que afectan al cultivo.
Además, el proyecto pretende involucrar a agricultores, consumidores, chefs creadores de tendencias y universidades en actividades para el diseño de estrategias innovadoras que, en última instancia, darán como resultado materiales de cultivo adaptados localmente.
Un consorcio de 22 instituciones
Además de la UPV y el CSIC, el proyecto cuenta con otros cinco socios en España: el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrícolas (IVIA), el Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario Extremadura (CTAEX), Fundación Cajamar de la Comunidad Valenciana, la Asociación de Productores y Comercializadores de la Tomata de Penjard'Alcala de Xivert y Enza Zaden Centro de Investigación. El consorcio de Harnesstom lo completan otras quince entidades de Bulgaria, Francia, Italia, Israel, Países Bajos y Taiwán.