Las orquídias silvestres valencianas
En esta ocasión no vamos a hablar de una especie de planta sino de toda una familia la de las orquídeas.
Aunque esta familia se desarrolla principalmente en latitudes tropicales, donde presenta una alta diversidad de especies epífitas (plantas que crecen apoyándose en las ramas o troncos de la parte alta de los árboles), en tierras mediterráneas también tiene una pequeña representación a través de diversos géneros, de los que el más conocido, buscado y atractivo es el de las abejeras (Ophrys).
La verdad es que se trata de plantas con muchos atractivos, muchos de los cuales hacen que se utilicen como herramienta para la conservación.
Las abejeras son unas orquídeas terrestres que desarrollan un tubérculo subterráneo del que surge una roseta de hojas en primavera, y de ella un pequeño tallo, de hasta 40-50 cm de alto, donde se alojan las flores. Estas flores han desarrollado uno de sus 3 pétalos de forma que atraiga a los polinizadores.
Foto: Ophrys lupercalis (Lluís Serra)
Un diseño específico
Cada especie de abejera presenta un diseño específico para su polinizador que, invariablemente, será una abeja macho, de una especie diferente para cada abejera.
La planta no solo ha transformado ese pétalo (llamado labelo) para que se parezca a una abeja hembra en vuelo, sino que ha desarrollado una sustancia química similar a la feromona que exhala la hembra, unos pelos con un tacto similar e, incluso, una temperatura parecida.
Es tal el engaño que el macho aterriza rápidamente sobre el labelo y, creyendo estar sobre una hembra, inicia la cópula (en este caso pseudocópula). En el transcurso de los movimientos que realiza se le enganchan en el abdomen o en la cabeza los polinios (agrupación del polen en una pequeña esfera). De esta manera cuando la abeja macho vuela a otra flor realiza la polinización cruzada y consigue la fecundación de otro ejemplar.
Este proceso se desarrolla durante toda la primavera en los pastizales y claros de matorral de nuestros campos y montes valencianos, donde abundan las abejeras.
Estos pastizales, mayoritariamente desarrollados sobre calizas, han sido protegidos por la legislación europea y española debido a la existencia no solo de las orquídeas sino de otras plantas valiosas y escasas como narcisos, tulipanes, lirios, gladiolos y otras plantas bulbosas. Pero además estas formaciones son vitales para mantener los suelos valencianos, ya que si desaparece el pastizal se inician los procesos erosivos de pérdida de suelos que han tardado miles de años en desarrollarse.
Foto: Orchis purpurea (Lluís Serra)
Efecto faro
Pero, volviendo a las orquídeas, como hemos dicho, pueden ser utilizadas para la conservación en educación ambiental ya que realizan un efecto faro o bandera en el sentido de llamar la atención a las personas por su belleza, rareza y estrategias de engaño. Así, si utilizamos el oso para proteger los bosques cantábricos podemos utilizar las orquídeas para proteger los pastizales mediterráneos y que no sucumban bajo el ladrillo como ha sucedido en numerosas ocasiones.
Si profundizamos un poco más veremos que otros géneros de orquídeas, como Anacamptis, Orchis o Neotinea, han desarrollado diferentes estrategias para utilizar a los insectos en beneficio propio. Así hay especies que disponen de néctar al final de un espolón de la flor para premiar al insecto que se posa sobre el labelo (al que de nuevo engancha sus polinios), en el labelo presentan manchas o líneas que dirigen la atención del insecto hacia la boca del espolón donde reside el néctar y se sitúan estratégicamente los polinios.
Rizando el rizo, existen otras especies que disponen de espolón pero no tienen néctar, con lo que el insecto aterriza en el labelo creyendo que podrá libar el néctar pero no lo hay, al salir de la planta se le habrán enganchado los polinios a un coste para la orquídea más reducido que si hubiera producido el néctar.
Estrategia nefasta
Esta estrategia podría ser nefasta si no creciera la orquídea cerca de otras plantas que sí tienen néctar que también visita el insecto, con lo que, al final, hay recompensa para el polinizador pero no producida por la orquídea.
Aún existe una estrategia final en nuestras orquídeas, que es el proporcionar refugio para pasar las frías temperaturas nocturnas o bien, incluso, semejar tallos huecos de otras plantas con los pétalos para que la hembra de algunos insectos los utilice para realizar la puesta.
En definitiva, las orquídeas han desarrollado diversas estrategias de engaño a los insectos para optimizar el gasto energético y conseguir un mayor éxito reproductivo. De hecho les ha ido muy bien puesto que es la familia más diversificada de las plantas con flor, existiendo entre 25.000 y 30.000 especies descritas, según autores, y probablemente muchas más por describir todavía.
Todo esto, y alguna cosa más, se cuenta en el curso sobre orquídeas valencianas, que desarrollamos desde hace 12 años en el CEMA de la Font Roja, en Alcoi, curso decano de los que se desarrollan en España sobre orquídeas, grupo florístico cuyo interés cada vez es mayor y que ha promovido el surgimiento de grupos de voluntariado para realizar visitas, censos y estudios en diversas partes de Europa. Incluso un incipiente turismo de naturaleza centrado en la fotografía y observación de estas maravillas de la Naturaleza.
Foto: Rambla de les Truites (Lluís Serra)