La casita de las mariquitas o la huerta en el colegio

Podría ser el título de un cuento infantil pero , en realidad, es el nombre de una parte del proyecto de huerto escolar-ecológico del Col·legi Públic Cervantes de Alboraia, en la comarca de l'Horta nord. Participan los 450 alumnos del centro y construir una casa para las mariquitas implica enseñarles educación ambiental y sostenibilidad, estos insectos se comen las plagas. El huerto es un laboratorio vivo donde se aprenden técnicas ancestrales, a trabajar en equipo y valores.


El huerto ha crecido en un terreno adyacente a las instalaciones del centro, cedido por el ayuntamiento. 100 metros cuadrados de vida convertida en surcos de habas, cebollas y ajos tiernos. En una esquina la casita, una caja pintada por los alumnos más pequeños con flores y mariquitas para que estos insectos la encuentren atractiva y la habiten. Los niños han aprendido que son beneficiosos porque se alimentan de las plagas que pueden perjudicar lo que han plantado con tanta ilusión.

ha sido fundamental para ponerlo en marcha, preocupados porque los niños, que viven rodeados de huerta, no tenían vínculos con la tierra ni conocían el proceso de cultivo de los alimentos que crecen a tan solo unos metros de sus casas. Todo el trabajo es cooperativo e inclusivo. Según Ami Ferri, miembro de la asociación de padres y madres del Cervantes, el huerto es un laboratorio vivo que permite trabajar conocimientos y valores: “es un proyecto educativo donde participan niños, familias, maestras y equipo directivo o del comedor escolar”.

Abuelos y padres labradores han conseguido la tierra-flor para el huerto y han enseñado a los alumnos lo que ellos han aprendido de generación en generación: que hay plantas que son buenas vecinas como las habas y la alcachofas o que hay otras que solo crecen con el calor del verano. Dice Ami: “se trata de enseñarles las técnicas tradicionales y las nuevas tecnologías aplicadas al campo, todo desde una perspectiva ecológica y sostenible”.

Desde los pequeños de 3 años hasta los mayores de 12, todos aportan su esfuerzo. Los vemos vigilando el compostador que han puestos en marcha, eliminando malas hierbas o esparciendo paja, la actividad que toca hoy. Cada semana reciben visitas de expertos que les explican cómo sacar adelante su cosecha de manera sostenible y reutilizando los residuos que genera el campo. Lucía Moreno, de , trabaja en el banco de paja de arroz de la Albufera. Les ha traído material para enseñarles la técnica tradicional del “encoixinat”: “es una cobertura con la paja y esto favorece que se quede la humedad en la tierra, que no se evapore tanto, y también, como es una cubierta que tapa la tierra impide que crezcan las malas hierbas que pueden competir con nuestras verduras.”

También han aprendido como es la planta del arroz o como se extrae la cáscara a la manera tradicional.

Mario Jiménez, de la les explica cuáles son las aves beneficiosas para las plantas del huerto: “ que entiendan que no solo hay pájaros que viene y les pican las hojas de sus lechugas o se comen sus semillas sino que hay otros pajaritos, a veces son los mismos, que se comen las plagas, que comen insectos, orugas, mosquitos y que ayudan a mantener el propi ecosistema".

Y los niños encantados. Algunos creían que las verduras crecían en el supermercado. Ahora ya han probado el fruto de su primera cosecha, ajos tiernos. Todo un descubrimiento para los paladares infantiles.

Etiquetas