El futuro de València en manos de la Autoridad Portuaria
Puertos del Estado traslada a la Autoridad portuaria de Valencia la responsabilidad en materia de impacto ambiental por la macroampliación del puerto. Si nadie lo remedia, València pasará a ser miembro de las ciudades sucias de Europa.
Si en un artículo anterior les pedía un esfuerzo para imaginar València sin playas en el sur, una Albufera sin campos de arroz, una huerta separada del mar por miles de camiones con grandes contenedores yendo y viniendo y un cielo gris muy alejado de la luz de los cuadros de Sorolla, hoy les digo que se vayan haciendo a la idea. Puertos del Estado deja en manos de la Autoridad Portuaria de València la responsabilidad de certificar “que el proyecto (de ampliación norte del Puerto de València) no requiere someterse a un nuevo procedimiento ambiental, con carácter previo a la aprobación del mismo”.
De esta manera la Autoridad Portuaria tiene luz verde para continuar su proyecto de ampliación norte del puerto mediante la ejecución de una nueva terminal de contenedores ubicada en el lado Norte de la dársena, adosada al dique de abrigo existente, “un muelle de contenedores de 1.970 m de longitud total con 20 m de calado, con capacidad para acoger simultáneamente 4 puestos de atraque de portacontenedores Megamax de 430 m de eslora y una explanada adosada a dicho muelle de unas 137 Ha (1.970 m x 700 m de anchura), la cual permitirá incluir las áreas de operación y almacenamiento de contenedores, así como un área de intercambio con el ferrocarril”.
El presupuesto de inversión del proyecto, que no cuenta con financiación procedente de fondos europeos, se eleva a 448.507.561,30 €. por parte del Estado y de 1.011 millones privados procedentes de TIL, la filial del grupo MSC que presentó la única oferta para la ampliación en 2019, y que prevé desarrollar una terminal ferroviaria dotada de 6 vías de 1.000 metros de longitud, con capacidad para mover 305.000 TEU/año por ferrocarril. Con ello el puerto duplicaría su capacidad y convertiría a la ciudad de Valencia en uno de los puertos importantes del mediterráneo. La empresa tiene prisa y asegura que la terminal podría estar acabada en 2026. La Autoridad Portuaria no se moja en cuanto a tiempos, pero no quiere que se escape la oferta y acelera el rodillo.
Más allá del business
Más allá del business, la Ampliación Norte del Puerto tiene una gran connotación social, cultural, ambiental y de futuro para la ciudad de València. El puerto y su actividad marcarán el modelo de ciudad y su área periurbana de manera definitiva. Una realidad que no recoge ningún informe técnico y mucho menos el de Puertos del Estado. La Autoridad portuaria de València arrogada como autoridad medioambiental para decidir sobre su propia obra, desoyendo los estudios científicos sobre la ya afección ambiental a las playas del sur que protegen la Albufera, por encima de la propia planificación urbanística del Ayuntamiento, de la Consellería de Transición Ecológica y todo ello a espaldas de la ciudadanía, mientras Teresa Ribera se pone de perfil, es una anomalía democrática. Un claro despropósito con las declaraciones de Emergencia Climática, que tristemente se quedarán en meras declaraciones y unas fotos de políticos diciendo “mira que guay somos”.
Como ya hemos dicho en SamarucDigital, la ampliación norte del puerto no es sólo la obra del dique norte y la explanada, es la construcción de toda una red de infraestructuras necesarias para hacer llegar 12000 camiones diarios a València y un mega proyecto ferroviario para conectar el Puerto de València con el Puerto de Sagunto. Me pregunto ¿sin esas infraestructuras sería viable la terminal? ¿Se recogen esas infraestructuras en la Día de 2007? ¿Quién garantiza que tendrán Declaración de Impacto Ambiental (DIA) positiva? ¿No estamos construyendo la casa por el tejado? ¿Quién pagara esas infraestructuras? Porque cuesta creer que el puerto no va tener afección ambiental sobre València en cuanto a contaminación atmosférica soportando todo este tráfico rodado y marítimo. Ahora somos ya el cuarto puerto de Europa en tráfico de contenedores, sólo por detrás de Rotterdam, Amberes y Hamburgo y el séptimo de los puertos europeos con mayores emisiones de CO2 con 2,7 millones y España el segundo país europeo después de Holanda. Así que cuesta creer que duplicando la capacidad no subamos en el ranking de las ciudades más sucias de Europa, mientras vemos languidecer lentamente el pulmón verde que supone una joya con la que no cuentan muchas ciudades Europeas: el Parque Natural de l’Albufera y menguar la huerta declarada Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial.
"Sota el Port està el Litoral"
Tampoco dice ningún informe cual puede ser el efecto de la respuesta de la ciudadanía ante tal cambio de rumbo en las condiciones de vida en su ciudad y alrededores. Ya hay voces que cuestionan los informes de parte de la Autoridad Portuaria sobre los beneficios en empleo (en una terminal totalmente mecanizada) y su impacto económico para la ciudad más allá del beneficio para la empresa privada y el propio puerto.
No es desdeñable el poder y la experiencia que tiene la sociedad valenciana que ha salvado de proyectos especulativos zonas emblemáticas y de gran valor ecológico como La Devesa de el Saler, el parque urbano del Jardín del Túria, el Jardín botánico, las Hoces del Cabriel, , etc… Una reacción de la ciudadanía en la que confía la Comissió Ciutat Port, que ha publicado en Youtube el documental “Sota el Port está el Litoral”, de Guillem Porcar y Óscar Romero, “para informar sobre las razones incuestionables que les llevan a oponerse a la ampliación del puerto de València, y en contestación a todos los argumentos disfrazados de tecnicismos y pintados de color verde de sostenibilidad, esgrimidos desde las autoridades portuarias en su empeño de continuar como sea el proyecto”. Advierten, además, de que “la habilitación ministerial para que la propia Autoridad Portuaria que promueve la ampliación pueda decidir por sí sola acerca de si es necesaria o no una nueva evaluación ambiental podría ser declarada ‘nula de pleno derecho’ por la Audiencia Nacional”.
Voluntad política
Aun hay cierto poder de maniobra antes de que la Autoridad Portuaria de Valencia pueda comenzar el proceso de licitación. El Puerto tiene que remitir el informe completo a Costas, quién tendrá que considerar si el proyecto es compatible con la estrategia marina y posteriormente, una vez recibido el informe de Costas, procedería la aprobación por parte del Consejo de Administración de la AVP del proyecto. Aprobado por el consejo se remitirá toda la documentación al Consejo de Ministros, al ser una inversión que supera los 12 millones de euros.
El problema, pues, se ha trasladado a la política y al seno del Botánico, donde Podem y Compromís se oponen a la ampliación sin una nueva DIA y el PSOE se decanta por un difícil equilibrio entre progreso y sostenibilidad como pide el President Ximo Puig. Mientras, nos hacen comulgar con hechos consumados como el ya construido dique de abrigo. No pasa nada porque ya se noten sus efectos en las playas del sur que quedan mermadas totalmente con DANAS como esta última, CELIA, y sin capacidad para que le lleguen nuevos sedimentos. No pasa nada, porque según el informe de Puertos del Estado el proyecto de la terminal “no tienen efectos sobre el medio ambiente, adicionales a los ya considerados en la citada resolución (DIA de 2007)”. El mal ya está hecho, continuemos con el mal. No pasa nada porque tenemos la solución: regenerar las playas artificialmente con arena año tras año, temporal tras temporal. Algo que hemos calificado en SamarucDigital “el castigo de Sísifo”.
Poco importa ya que se debata en Les Corts o que la consellera de Transición Ecológica ponga el grito en el cielo. Ni el proyecto va a pasar por Les Corts para su aprobación, ni la Consellería tiene ya la capacidad de decidir si tiene o no impacto ambiental. Joan Ribó votará no al proyecto de ampliación en el Consejo de Administración del Puerto, pero esto ya hemos visto que no para el proceso y que el Ayuntamiento tiene ya escasa capacidad de maniobra en este caso. Queda sólo el paladín Baldoví en el Parlamento como defensor de la causa, el posible apoyo de Podemos socio de Gobierno con el PSOE, con el que ya tiene brechas abiertas como la energía y la polémica del Sahara, y la posible complicidad con la izquierda parlamentaria, pero que no está en el Consejo de Ministros.
La Autoridad Portuaria, asumiendo las competencias de varios Ministerios (el de Transportes y Transición Ecológica), del Ayuntamiento, de la Consellería de Transición Ecológica, tiene ahora la capacidad de saltarse Les Corts y El Parlamento para presentar en el Consejo de Ministros un proyecto en que se gastará gran cantidad de dinero público y que cambiará para siempre el rumbo de la ciudad de Valencia. Una anomalía democrática del siglo XXI.