El cambio está en la calle

Calles cortadas, plazas ocupadas, ferias o bici-manifestaciones ... Toda una serie de actos se celebran en miles de ciudades ante el inicio de la gran cumbre del Clima de París, COP21. Puede ser que los representantes de los países allí concentrados ya tenían una decisión tomada antes de reunirse, sea como sea buena parte de la ciudadanía les recuerda que no tenemos un planeta B.

No es día de fallas, ni 9 de Octubre, pero la plaza del Ayuntamiento, en el centro de Valencia, está abierta a los peatones y cortada al tráfico de vehículos. Un buen motivo para celebrar un día de fiesta. Es el primer domingo de una nueva era, el primer día donde se aplica la idea de la nueva corporación municipal de cerrar el emblemático espacio a los vehículos motorizados, dentro de la política de movilidad que se ha empezado a implantar.

La jornada es aún más especial porque coincide con la convocatoria mundial contra el cambio climático con el lema "Haz que tu voz se escuche en la COP21 de París”. A estas alturas buena parte del mundo se ha enterado ya que la capital francesa acoge una decisiva conferencia internacional sobre el clima, donde participan 195 países con la intención (más o menos calculada) de reducir las emisiones de efecto invernadero .

La voz de las soluciones

Miles de ciudades del mundo secundaron la iniciativa, exceptuando precisamente París donde las concentraciones están prohibidas a causa de las medidas de excepción tras los atentados terroristas. Las concentraciones que se trataron de celebraron allí encontraron la contundente oposición policial.

En los cinco continentes ha habido respuesta a la convocatoria. Londres, Madrid, Barcelona, ​​Melbourne, Hong Kong, Yakarta, Berlín o Río de Janeiro, entre otras muchas ciudades, y también Castellón, Alicante, La Vall d'Uixó o Alzira. Cientos de miles de voces y actos se unieron para reclamar soluciones ante el cambio climático.

La plaza del Ayuntamiento de Valencia se convirtió en un mapa del mundo hecho con las manos bañadas en pintura de muchos ciudadanos y un compromiso personal de cada uno para reducir la huella de carbono. Una feria de productos ecológicos, teatro, música y propuestas de soluciones de diversos colectivos y asociaciones con el apoyo del Ayuntamiento, llenaron un espacio habitualmente ocupado por los coches. Un símbolo que debería tener réplicas porque los políticos siempre necesitan ser presionados para responder.


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