De Benitatxell a La Granadella, el último paraíso

Caminar allí donde la montaña se encuentra con el mar es un regalo que sólo puede darte la práctica del senderismo. Lo hemos podido hacer en la Marina Alta, en el término de Xàbia con Benitatxell. El parque forestal de la Granadella es un reducto del litoral de la comarca que se ha salvado de la presión urbanística. A través de un barranco llegamos a una cala idílica que esconde un castillo. La Granadella es uno de los últimos paraísos de nuestra costa

La excursión comienza en la falda del Puig de la Llorença, desde la turística urbanización Cumbres del Sol de Benitatxell. Empezamos la ruta por una pista forestal que nos conduce a través del Parque Forestal de la Granadella, un pulmón verde de cerca de 700 hectáreas donde predominan los matorrales bajos.

Esta actividad, organizada por la fundación Caixa Carlet y la empresa de turismo activo , forma parte de un ciclo de excursiones denominado Torres, Faros y Atalayas del Litoral Valenciano en la que se presta especial atención a los tramos de costa valenciana libres de urbanizar. Este tramo desde la Granadella hasta el Puig de la Llorença se ha salvado milagrosamente de la especulación urbanística y es, junto a la Sierra Gelada y Irta, los únicos espacios de acantilados que se quedan libres de edificar en la orilla del mar. Es un ecosistema singular, muy influenciado por los vientos de levante y el salobre, el cual condiciona la erosión y sobre todo, la vegetación. Aún así ha sido una zona profundamente explotada por la ganadería y también por la agricultura, especialmente para el cultivo de uvas, durante el siglo pasado.

Sorprende también como de escarpado es el territorio en esta franja litoral, surcada por numerosos barrancos que vienen a confluir en la Cala Granadella. Nos dirigimos a este santuario del veraneo a través del barranco de Horxelles que, junto al de Teuleria y el Gurugú, aportan los sedimentos necesarios para que se mantenga este singular espacio costero.

Del barranco a la Granadella
Abandonamos la pista forestal que nos ha servido de guía para adentrarnos por el barranco hasta llegar al mar. Hemos dejado el confort de una pista ancha para caminar sobre piedras redondeadas por el paso del agua. La vegetación se hace más esplendorosa a medida que avanzamos. Algarrobos, olivarda, lentisco o mirto son algunas de las especies que nos sorprenden. Cerca de la playa de la Granadella, se abre el paisaje y se descubre el bosque mediterráneo. Un horno de cal es el signo evidente de que aquí había vida más allá del turismo que desembarcó avanzada la segunda mitad del siglo XX. Por ello, encontrar esta cala desierta es un privilegio reservado a los meses de frío.
El castillo de la Granadella
Después de deleitarnos con el paisaje que ofrece la cala, retrocedemos unos metros para coger una senda marinera que nos conduce al Castillo de la Granadella. Se trata de una pequeña fortificación construida en el siglo XVIII, con el paramento exterior forrado de piedra pómez y que estuvo ocupada por una guarnición de tres hombres y dos cañones de bronce. Comemos los pies del castillo y, al terminar, volvemos a través de una empinada senda que nos regala grandes vistas de los acantilados que se alargan hasta la punta de Moraira. Cuando por fin estamos en el punto más alto, encontramos un mirador y una pista forestal que nos devuelve al lugar de origen, la urbanización Cumbres del Sol.


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