Desde que abrimos los ojos de buena mañana hasta que acabamos la jornada, el alimento está presente en incontables situaciones de nuestra vida cotidiana, marcando los ritmos de las actividades personales, laborales y sociales que llevamos a cabo. Más allá del simbolismo que atesora el ritual de compartir mesa, la elección de aquello que comemos comporta muchas más implicaciones del que podemos imaginar. 

Alimentarnos es una necesidad primaria, tan indispensable como el agua y el oxígeno que nos mantienen vivos. La diferencia es que comer está ligado a la posibilidad de elegir, y no nos referimos a resolver el dilema entre un arroz seco o un meloso, sino a elegir nutrirnos de manera consciente y responsable.

 "Comer es un acto cargado de significaciones, simbolismos, rituales y códigos que permiten comunicar una determinada manera de ver la vida y de estar en el mundo. No somos tan solo aquello que comemos, sino que también somos como comemos". Carolyn Steel, Ciudades Hambrientas. 

Pocas cosas tienen un mayor poder de influir de manera sistémica como aquello que comemos: nuestra salud, las relaciones personales y sociales, la economía y el territorio están presentes en nuestra despensa, a pesar de que lo olvidamos demasiado a menudo. Un olvido causado por la progresiva desconexión entre productores y consumidores, entre el campo donde madura una naranja y la botella de zumo azucarado que encontramos a la estantería del supermercado. 

Desgraciadamente, el bagaje de conocimientos culinarios heredado de generaciones anteriores ha ido desvaneciéndose. Hemos dejado de lado el recetario tradicional - Dieta Mediterránea, producto de temporada y cocina de reaprovechamiento- y lo hemos sustituido progresivamente por infinidad de preparados que la industria alimentaria nos presenta bajo reclamos atractivos como o "alto contenido en proteína "o "cinco minutos al microondas". Si realizaremos una encuesta sobre hábitos alimentarios, resultaría revelador descubrir que la mayoría de la población desconoce el sabor de una borraja o la preparación de un tombet, pero paradójicamente, sabe donde encontrar los mejores noodles, mufins y cupcakes del barrio, para citar solo algunos nombres ilustres del Olimpo de los ultraprocesados.

Como miembros de una sociedad que ha perdido el contacto que subyace en la producción del alimento, hace falta que de vez en cuando nos acordemos, en voz alta, que los humanos no somos una cosa diferente al medio ambiente. En definitiva, hay que emprender un viaje de vuelta hacia nuevos hábitos alimentarios sostenibles y saludables, que nos acercan de nuevo al placer de cocinar a fuego lento, desde el respeto y la actitud de agradecimiento hacia aquellas personas que adoban la tierra, cultivan el bancal, pacen la manada y amasan el pan. Os proponemos un necesario viaje hacia el territorio, para que el territorio vuelva a estar en nosotros.

Las bases para alimentarnos de manera equilibrada

Compartimos este recorrido con Rosana Fernández, nutricionista y preparadora física a Urbansport Club. Como profesional de la salud, Fernández afirma que hay que desaprender hábitos inadecuados y restablecer las bases para alimentarnos de manera equilibrada, priorizando la Dieta Mediterránea y tratando de evitar aquellas comidas que contienen aditivos poco saludables. De su mano, analizamos las propiedades nutricionales del pan, el vino y la miel.

Productos de horno elaborados exclusivamente con ingredientes de origen biológico

En la primera etapa de este viaje en busca de alimentos reales, nos detenemos en Castelló de la Plana y compartimos mesa con Sergio Gisbert, impulsor de Brod Obrador. Este establecimiento nace con vocación de ofrecer pan y otros productos de horno elaborados exclusivamente con ingredientes de origen biológico, siguiendo los procesos y los tiempos que requiere este alimento esencial.

Viñas libres, trabajadas respetando siempre la tierra donde crecen 

Viñas libres, trabajadas respetando siempre la tierra donde crecen. Esta es la premisa con que se elaboran los vinos naturales a la Celler les Foes, ubicado en les Coves de Vinromà (la Plana Alta). Desde hace más de diez años, Roger Díaz elabora unos vinos fieles a la tierra, que muestran la expresividad del suelo a cada cosecha. Probamos un alimento ancestral y lleno de vida, que contiene uva, nada más que uva.

Miel de alta montaña elaborada por abejas que viven y trabajan en el Mas de la Cambreta

La tercera y última parada de este viaje, nos conduce hasta el Parque Natural del Penyagolosa, techo del territorio valenciano y tesoro de la biodiversidad. Conversamos con Pau Sus, apicultor y titular de Mos de Bresca miel de alta montaña elaborada por abejas que viven y trabajan en el Mas de la Cambreta, situado en 1500 metros de altitud. Saboreamos un producto ecológico y rico en propiedades nutricionales, obtenido de manera totalmente respetuosa con las abejas y con el entorno. Una despedida dulce, energético y con compromiso ambiental.